Y entonces, no sé

Y entonces, vino el diluvio,
me escondí entre ramas imperfectas.
Y entonces, vino la pausa, y ya no te encontré.
Caminé, caminé, caminé y cada palabra que quería decirte,
se ahogaba, y caía en torbellinos de viento maligno.
Hasta las entrañas te extrañé, la angustia me encandiló.
Los lobos me persiguieron y atiné a esconderme en una caverna.
Desde allí veía una luz.
Se asomaban fieras que querían devorarme.
No temí, me quedé quieta respirando aire de vos.
Para no olvidarte, para no olvidarme de recordarte.
Me pregunte si hay alguna enfermedad que hace que me ahogue en mis palabras.
Pero no lo sé.
Leo cuentos fantásticos, leo tu mente.
Dicen que por sus frutos los conoceréis, pero aquí no hay frutos.
Dudo dudando, una duda remota y antigua que parece perseguirme.
Veo a lo lejos restos de objetos partidos, resquebrajados, pero con aroma a vos.
Miro el cielo y ahí estás, miro adentro mío y también estás.
Escapo y regreso porque advierto que tu sombra me rodea, me retiene, me exaspera.
Las llamas siguen, el viento sopla y las alimenta...
No sé cuando me olvidé de olvidarte.